martes, 1 de julio de 2008

Historia por voto 9

¡No primero dime más sobre ustedes!- le dijo Zzassross.


Qassis había llegado a su límite, quién demonios se creía este para pretender tenerla de rehén. Si hace un momento dudó en liberarse, fue para no destruir el lugar. Pensó ella. Aunque, en realidad yacía oculta otra razón, la cual inconscientemente le había echo jugar el juego de la desvalida víctima.


Qassis serró sus ojos para concentrarse, reuniendo toda su energía en si misma susurró -Firei ossvae- . Al instante Zzassross fue arrojado a gran velocidad por los aires, el estruendo lo ensordeció y el resplandor no le dejó ver absolutamente nada. Cayó golpeando el suelo del prado. Y rebótó varias veces como una piedra plana arrojada a un lago, para finalmente ser detenido al pegarle a un árbol. Y así quedó ahí tendido retorciéndose de dolor.


Qassis caminó hacia el y haciendo un esfuerzo lo pateó en el estómago. -¡Eso te enseñará!- le dijo al adolorido Zzassross, exhausta, entre jadeos de cansancio . Luego lentamente se alejó caminando del lugar.

Luego de varios minutos, al recuperar el aliento, Zzassross se levantó. Estaba muy lastimado, pero al menos podía caminar. Alzó la mirada para descubrir que de la cabaña dónde estaba hace un momento, no quedaba más que la chimenea de piedra y cenizas...

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